lunes, 10 de julio de 2017

Gloria Fuertes (1917-1998)



Conmemoramos este mes de julio, el centenario del nacimiento de Gloria Fuertes, “poeta de guardia” siempre armada de su pluma y siempre dispuesta a dejarnos, no sólo sus divertidas ocurrencias, sino, como poeta para todos que era, su comprensión para el sufrimiento y a la vez su decisión para denunciar injusticias.

Esta mujer independiente, valiente, luchadora, inteligente y a pesar de todo ello, sencilla, nació en Madrid en el castizo barrio de Lavapiés en 1917. Su humilde familia tenía necesidades básicas que cubrir y no entendía (más bien trataba de impedir) el interés exagerado de la pequeña Gloria por la lectura y la escritura. Así que fueron su esfuerzo y determinación personal lo que llevó a esta gran escritora al lugar de honor que ocupa en el mundo de las letras.
Cuando solamente contaba cinco años, escribía cuentos que ella misma ilustraba. A los catorce años plasmó sus primeros versos en el poema “Niñez, juventud, vejez”. Con diecisiete años completó su primer libro de poesía “Isla ignorada” que fue publicado años más tarde, en 1950. Al año siguiente sus versos comienzan a ser publicados en una revista infantil y se inicia en los recitales a través de las ondas de Radio Madrid.

Aunque tras la muerte de su madre en 1934, para ayudar en casa, tiene que emplearse en diversos trabajos como contable y secretaria, continuará escribiendo: ya sea como redactora y colaboradora de diversas revistas infantiles y también de adultos, a las que aportó cuentos, historietas y poesías o estrenando varias obras de teatro infantil y logrando que se llevaran a escena poemas suyos en salas madrileñas. Colaboró además en una revista femenina con cuentos de humor  y en 1950 organiza la primera biblioteca ambulante infantil, para hacer llegar la lectura a pequeños pueblos, contribuyendo a paliar la situación de analfabetismo que existía en el ámbito rural dada la escasez de medios. De esta época es la famosa foto sobre su Vespa, llevando cajas con libros y repartiendo cultura por rincones olvidados de nuestra geografía. También fundó el grupo femenino “Versos con faldas” que se dedicará a ofrecer recitales por bares y cafeterías de Madrid y, junto a Antonio Gala, entre otros, creó la revista poética Arquero. Mientras tanto continuó publicando libros de teatro y poesía y obteniendo premios por ellos. Así en 1966 recibió el Premio Lazarillo por “Cangura para todo”, obra que mereció el Diploma de Honor del Premio Internacional de Literatura Infantil Hans Christian Andersen en 1975.

En 1955 comenzó sus estudios de Biblioteconomía e Inglés en el Instituto Internacional de Madrid, donde trabajó como bibliotecaria y al que volvería años más tarde para dar clases de español para norteamericanos.

Desde 1961 a 1963 vivirá en Estados Unidos gracias a una beca Fullbright que le permitirá además, impartir clases en varias universidades de este país.
De la colaboración intensa con diversos programas infantiles de Televisión Española, ya todos conocemos, unos por vivencia y otros por referencia.

Pero si la celebración de este centenario tiene un objetivo principal, ese es sin duda descubrir a las nuevas generaciones de padres y madres (que tal vez cantaron “Un globo, dos globo, tres globos…”), la faceta de Gloria Fuertes como autora total que escribía para todas las edades y se interesaba por el mundo que le rodeaba y por los problemas cotidianos de la gente . No en vano defendió la igualdad entre hombres y mujeres, el pacifismo y el medio ambiente. El compromiso social estaba siempre presente en sus libros, pero con ese toque de humor tan propio.

De su importante obra para aquellas personas que ya no son tan niñas, destacaremos algún ejemplo de los géneros que abarcó: Poesía: “Ni tiro, ni veneno, ni navaja”; teatro: “El caserón de la loca”; relatos: “El rastro”.
A la Gloria Fuertes niña, que tantos y tantos libros infantiles publicó, es preciso no olvidarla; pero de eso se encargan los pequeños lectores que año tras año se encuentran con doña Pito Piturra, con la Oca Loca, con el Camello Cojito y vuelven a darles vida y con ellos,  a su autora. En este empeño habremos de continuar la comunidad escolar, las librerías, las bibliotecas y todas aquellas personas e instituciones interesadas en el fomento de la lectura de calidad.


Acercaos a cualquiera de los libros de esta escritora y podréis conocer, en las palabras y entre líneas, sus pensamientos y sentimientos, que podrían resumirse en un solo concepto: humanidad. Algo que ella poseía y derrochaba generosamente.

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